Le quiero. Le quiero tanto que cada vez que pienso en él el corazón me da un vuelco.Y cuando me mira, que me mira fijamente a los ojos y susurra esa frase: aquella frase que mucha gente ha pronunciado, pero que nunca nadie la dijo como él. Él convierte esa frase en nuestra. Él consigue que en ese instante se pare el tiempo. Solo él; el único, el verdadero. El simple hecho de saber que es feliz, que no sufre y que se mantiene intacto el brillo de sus ojos ya es reconfortante. Porque es él, su pelo castaño, sus ojos oscuros, sus labios, su figura, su sonrisa... Todo lo que a él le pertenece es especial, cada fragmento de segundo que paso junto a él es algo que, aunque probablemente no recuerde del todo en el futuro, siempre quedará grabado en mi corazón.

Y yo, que llevo toda la vida considerándome feminista, y contra todo pronóstico, me quedo corta al decir que soy suya, que mi corazón late por él y que se ha convertido en algo imprescindible para mi.
Porque sí, porque mucha gente lo desconoce, desconoce el verdadero significado del amor. No sabe hasta qué punto es capaz de amar a una persona, y mucha gente muere sin saberlo.

Y por eso hoy, quiero recordarle a la persona más especial de mi vida que le quiero, le amo y que quiero pasar el resto de mi vida junto a él, incluyendo malos y buenos momentos, peleas y reconciliaciones, llantos y risas... Porque él tiene la virtud de reconocer sus errores, aprender de ellos y además me apoya y me ayuda a resolver mis problemas, se preocupa por mí y me hace sentir única, auténtica y verdadera.

Y no, no es fantasía. No es un príncipe, ni yo una princesa. No es un cuento. Es mi vida, es amor.

                                           Y el amor existe, y está más cerca de lo que crees.