La ilusión nunca nos abandona. Siempre está con nosotros, ayudándonos a sonreir.
Nos hace cantar y gritar, nos hace estar borrachos de felicidad. Y de repente nos apetece saltar porque sí.
Porque cuando estamos alegres, cuando sentimos que el mundo nos quiere ayudar a reír, creemos que no va a pasar nada malo.
En ese momento queremos que todo a nuestro al rededor vaya más rápido, que corra con nosotros al ritmo de nuestro corazón.
Y así, sin más, sonreír, gritar y cantar otra vez.
Porque sientes que estás tocando el cielo con tus manos.
Simplemente es la ilusión la que nos mueve cada mañana... Aunque sepamos que tarde o temprano, esa ilusión podrá desaparecer.
No hay comentarios:
Publicar un comentario