Duele. Sí, el amor duele. Duele pensar que la persona en la que llevas confiando durante mucho tiempo, vuelve a sentir lo que sentía por un amor anterior. No le culpo, no es lo que quiere, es lo que siente. Y querer es un simple verbo que implica el deseo de algo, mientras que amar es cuando serías capaz de dar la vida por otra persona. Duele. Duele saber que tú no eres esa persona. Esa persona que has creído ser durante tanto tiempo, esa persona que ya forma un pasado en tu mente, pero por muy pasado que sea, nunca serás capaz de olvidar. Y te miras al espejo con expresión triste. Tu corazón es de porcelana, no se estropea, dura toda la vida... Al no ser que lo rompan. Y el tuyo en estos momentos está roto. Pero no dura mucho, pronto vuelves a oír su voz, una voz arrepentida, que te dice palabras, palabras vacías, llenas quizás, que dicen cosas como ''me arrepiento de todo lo que te dije'' o '' lo dije sin pensar'', pero a ti te queda la duda. Una duda que permanecerá mucho tiempo en ti, en tu mente, en tu subconsciente. Y él será la única persona capaz de aparcar esas dudas e inseguridades. Pero nunca sabrás si lo hará, hasta que lo haga y vuelvas a derretirte por él y a confiar plenamente de nuevo. Y en ese momento la duda cambia por esperanza, esperanza de que este momento dure mucho más tiempo de lo que duró la última vez. Porque, aunque no seas capaz de admitirlo, vives por y para eso.
Pero qué leches, le quieres, le amas, darías tu vida por el. Te da igual que te haya hecho daño una, dos, tres, cien veces. El amor es perdón, confianza y locura. Y tu sientes eso y más por esa persona. Aprovéchalo, y lo más importante, nunca le dejes escapar, porque nunca amarás a nadie tanto como a él. Y ya está. No lo pienses más. La próxima vez que le veas le vas a dar un beso y un abrazo que va a recordar para toda su vida. Vas a dejar huella en su corazón, igual o más fuerte que la que le dejó su primer amor.